En la lista de los 15 hechos victimizantes del conflicto armado que tiene la Unidad de Víctimas, el exilio no figura. Cuando se le pregunta a la Cancillería por datos no hay respuesta, lo mismo con la Fiscalía y otros organismos oficiales garantes de los derechos humanos en el país. Además, la complejidad del fenómeno hace muy difícil la tarea de producción de estadísticas porque quienes salen del país no quieren que se sepa dónde están. Temen al Estado, y es por eso que muchas víctimas se niegan a denunciar y a entregar información sobre su situación.
En efecto, la Comisión de la Verdad, en su informe La Colombia fuera de Colombia, parte de reconocer este enorme vacío de información y señala que: “ El exilio es invisible no solo por su alto subregistro, sino también por motivos estructurales, como el no reconocimiento de estos hechos como una violación de derechos humanos; de ahí la desatención, desprotección y falta de acompañamiento con que se encontró la mayoría de las personas víctimas antes de salir del país para buscar protección internacional”. El informe también recalca en que el exilio suele ser el último recurso después de las múltiples formas de violencias que lleva a las víctimas a buscar protección fuera del país.
Frente a la ausencia de datos, esta institución elaboró unos a la luz de los testimonios alcanzados. Llama la atención que de 2.244 entrevistas logradas, el segundo grupo poblacional que más se exilió fue justamente el de jóvenes entre los 18 y los 28 años de edad.
El informe de la Comisión es pobre en su mirada sobre el exilio de estudiantes. No obstante, deja claro que los años en los que más estudiantes y docentes salieron del país, escapando a persecuciones, amenazas y atentados que involucraban a sus familiares, fue entre 1998 y los primeros años de la década del 2000, lo que coincide con los años de mayor apertura de procesos por rebelión y terrorismo que encontró esta investigación, y que implican a los gobiernos de Andrés Pastrana y de Álvaro Uribe.
“Es muy poco lo que sabe (sobre el exilio), no solamente en registro y cifras, sino, los relatos mismos; y, sobre todo, cuales son los colectivos de estudiantes que se encuentran por fuera y no sabemos si han podido continuar con sus proyectos estudiantiles fuera de Colombia o han tenido que abandonarlos como consecuencia del exilio, y de pronto dedicarse a las formas de vida del lugar donde los han acogido”, asegura Juan Manuel Zarama, fue investigador y coordinador del capítulo Exilio colombiano, huellas del conflicto armado más allá de las fronteras, del Centro Nacional de Memoria Histórica.
Mariella Ramírez, coordinadora de la Corporación Claretiana -organización que trabaja en la defensa de los derechos humanos y que ha apoyado a quienes han tenido que exiliarse por motivos de seguridad- plantea que una particularidad de personas exiliadas con perfil de liderazgo es que intentan seguir luchando desde el país al que llegan. “Muchos llegan y siguen en su ejercicio. Son articuladores con nosotros en temas de información y visibilidad en el país de la problemática. Entonces ellos y ellas pasan a hacer un ejercicio interesante allí a donde van”.
Tanto Ramírez como Zarama coinciden en lo complejo y desgastante que es el proceso de exilio para quienes tienen que atravesar por él. En búsqueda de protección, se exploran alternativas que incluyen el tocar puertas de ONG y la comunidad internacional. Además, en los últimos años la posibilidad de exiliarse para lograr protección se ha complejizado por la inestabilidad económica mundial y los cambios a nivel geopolítico. De lograrse, las personas exiliadas encuentran librarse de las amenazas, pero a cambio de renunciar a su familia, a su trabajo y a sus comodidades. Las dificultades muchas veces no cesan puesto que se ven enfrentados a problemas económicos y desafíos psicológicos difíciles de sobrellevar.
Según Zarama, muchos estudiantes exiliados salen primero por países fronterizos como Ecuador, y desde allí buscan apoyo internacional. No lo hacen en Colombia porque “el exilio empieza justamente cuando el Estado no protege a la persona” o es el mismo Estado el que persigue, pero de esta historia del país está todo por contar. “Sería interesante que se recabe esa información sobre los estudiantes exiliados. Hay que hacer un llamado importante a que la sociedad civil y otras organizaciones den espacio para que se reconstruya esa memoria”.
Del exilio de estudiantes solo hay fragmentos. Historias cortas narradas con temor. Los datos, los pocos datos que empiezan a emerger no logran ser contundentes, no dibujan con perfección el mapa del fenómeno.
Abril 2023, © Todos los derechos reservados